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La Orden del Temple es una página dedicada a la Masonería Universal, el Rito Escocés y las enseñanzas de Albert Pike, el filósofo y reformador masón más grande de todos los tiempos. Esta página proveerá Luz sobre los orígenes de la Masonería, su conexión con los Antiguos Misterios, su futuro y su verdadero propósito.


"¿Qué es la Masonería sino una ciencia que se dedica a la búsqueda de la Verdad Divina?"

- Albert Mackey, El Simbolismo de la Masonería (Temple Publishing, 2019).

La verdadera Masonería es universal. No conoce raza alguna sino la raza humana. No reconoce distinciones de clase o división de la sociedad, sino la capacidad de servir a la humanidad. Sitúa a la humanidad por encima de las naciones y las filas de la realeza. Eleva a todos los hombres al alto nivel de los hijos de Dios, los hermanos de los hombres.

La Masonería por medio de conferencias, símbolos y dramas representa la Verdad, y la verdad es la verdad en todo el mundo, ya sea en las grandes universidades de América o en los campos bañados en sangre de Europa o en la isla más oscura del mar. La Masonería es religiosa, ya que se presta fácilmente a la inculcación de aquellas verdades que traen satisfacción al anhelo universal en los corazones de los hombres. Reconociendo al Arquitecto Supremo del Universo como Padre y a toda la humanidad como una gran hermandad, la Masonería impone a cada hombre la obligación sagrada de reverenciar a la Gran Deidad y de prestar servicio a sus semejantes. Así, en sus ideales y propósitos, la Masonería es universal y es casi universal en su maravillosa y benigna influencia.

El Rito Escocés es la expresión más alta y mejor de los elementos universales de la Masonería. Sobre su altar vienen hombres de todas las naciones, de todos los rangos, de todas las creencias, a inclinarse en reverencia ante el Gran Espíritu que hemos aprendido a conocer como "Nuestro Padre en el cielo" y ante quien "solo inclinamos la rodilla". Aquí los espíritus afines se mezclan cuando partimos el pan en señal de nuestra amistad, prometiéndonos nuevamente a la fraternidad común. Bebemos la copa común simbólica de nuestras necesidades mutuas, atándonos nuevamente a la caridad y la paciencia, a la abnegación y la virtud, a la verdad y al honor. En esta confraternidad, la libertad es reina y con su cetro, adornada con tolerancia y aprecio, posee un poder amoroso en cada corazón.